No es casualidad que la semana pasada haya hablado de la COVID-19, un tema omnipresente, con “P”, un amigo italiano, veterinario especialista en medicina preventiva de animales pequeños. Primero, hablamos sobre nuestras experiencias durante y después del confinamiento. Después, sobre mi comentario de que “el virus no es tan malo para la mayoría de los enfermos” y sus observaciones en los animales. Hay que reconocer que “P” tiene un interés particular en las enfermedades causadas por el coronavirus y sus efectos a largo plazo. Sus palabras me hicieron reflexionar:

Según la medicina preventiva, el coronavirus ha existido en animales durante mucho tiempo con distintas mutaciones. En el caso de la variante más aguda de la enfermedad, esta puede tratarse eficientemente para aliviar los síntomas que presentan los animales. Sin embargo, el virus se mantiene en el cuerpo, especialmente, en la zona cardiaca: unos años más tarde, el animal muere de insuficiencia cardiaca, con los vasos sanguíneos hipertrofiados. ¿Cómo es que “P” lo sabe? Debido a su gran interés, “P” practica repetidas autopsias a sus “pacientes corona” de cuatro patas.

¿Y por qué les cuento todo esto? Porque, en mi opinión, ahora más que nunca es crucial fortalecer la salud de forma preventiva para que el coronavirus no tenga ninguna oportunidad.

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